Editorial

Apertura del ciclo 2025

por Prof. Gustavo Altamirano

^{Palabras clave: educación superior, formación docente, trabajo docente, transformación educativa.}

Es verdad de Perogrullo sostener que la educación y, en especial, los niveles escolares del sistema, necesitan urgentes cambios en consonancia con las transformaciones tecnológicas y culturales que se producen en el contexto social más amplio. Lo que es menos evidente es el cumplimiento de las promesas que, como cada año, están presentes en los discursos educativos: ya sea proyectando actualizaciones en los currículos, ampliando la jornada escolar, formando a la docencia en los saberes vacantes del sistema, entre otras acciones, que terminan siendo estériles al momento en que el propio sistema socializa los resultados de las evaluaciones nacionales (en nuestro país, las pruebas Aprender) donde se muestra que un gran porcentaje de estudiantes argentinos no alcanzarían los saberes esperados en cada una de las áreas o disciplinas escolares.

Si bien siempre se levantan sospechas sobre la eficacia de estos resultados, en tanto que se tratan de estadísticas estandarizadas poco contextuales en relación con los factores menos visibles que promueven aprendizajes en territorio más allá de cifras frías; sí es tangible la dificultad que, de manera más notoria, se observa respecto de la adquisición de las habilidades del lenguaje como la oralidad, la lectura y la escritura, en estudiantes de todos los niveles obligatorios. Observamos allí entonces que, esas promesas de cambio a partir de los distintos esfuerzos de las políticas educativas están siendo estériles, en términos -como nos gusta llamar en la jerga técnica- de eficacia del sistema.

El nivel superior y, por ende, nuestro instituto de formación docente no es ajeno a esta realidad al momento de recibir a nuestros ingresantes puesto que, en sus primeros pasos de curso introductorio, se visibilizan notoriamente en términos generales, las falencias en cuanto a las habilidades de oralidad, lectura, escritura y comprensión lectora. Lejos de perseverar en la postura de culpabilidad asignada a los otros niveles del sistema, nuestra política de formación apunta a reconocer estas vacancias de alfabetización -que, en algunos casos, rozan la inicial- para, desde ese punto de partida, organizar ese dispositivo y con el trabajo articulado con docentes de 1er año de todos los profesorados, una propuesta pedagógica que fortalezca desde el inicio la adquisición de las habilidades académicas necesarias para poder sostener trayectorias continuas.

El esfuerzo es complejo y los acompañamientos que se implementan al inicio del primer año, luego comienzan a desvanecerse al avanzar en los cursos subsiguientes producto de la falta de articulación entre las distintas disciplinas de formación que, hipótesis de por medio, tendría que ver con las condiciones laborales de los docentes al no disponer de horas extras complementarias para reflexionar colegiadamente no solo de sus propias prácticas sino también de programar proyectos interdisciplinarios y colaborativos que fortalezcan las prácticas de enseñanza y por ende el fortalecimiento de las trayectorias estudiantiles.

Hasta aquí una descripción respecto de cómo el sistema de educación superior y, específicamente, nuestro instituto, recepciona las dificultades de los distintos niveles obligatorios de enseñanza y cómo, a partir de los márgenes de maniobra escasos, intenta acompañar de la mejor manera las trayectorias estudiantiles.

No obstante, en el nivel superior y, en particular, en el sistema de formación docente de la provincia, estamos transitando una etapa en la que, a la par de reconocer la necesidad de los cambios de época en la formación, se está haciendo realidad una demanda que por mucho tiempo se viene discutiendo al interior del sistema formador: la imperiosa necesidad de mejorar las condiciones laborales de la docencia del nivel, por un lado, y la puesta en marcha de la revisión y actualización de los diseños curriculares de los distintos profesorados de la provincia, por otro.

Se trata, nada más y nada menos, de la tan ansiada transformación de horas cátedra a cargo docente, lo que se traduce en la posibilidad de ampliar las funciones que implicarán ahora, no sólo impartir clases, sino también llevar adelante tareas de investigación, de formación permanente y extensión, de acompañamiento a las escuelas, de trabajo colegiado y de tareas de gestión institucional.

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La puesta en marcha de esta lógica de organización institucional deberá permitirnos, una vez consolidados equipos de trabajo multidisciplinares, la posibilidad única e inédita de poner en marcha interesantes e innovadores proyectos de trabajo que redunden no sólo en mejorar el acompañamiento académico sostenido de las y los estudiantes a lo largo de toda su trayectoria, sino también de constituirnos en una institución que articula tanto internamente su oferta educativa, como con las demás instituciones, ya no sólo con las escuelas asociadas sino también con organizaciones formales y no formales de la comunidad.

Del mismo modo, estos cambios en las condiciones de trabajo podrán darnos margen para discutir y consensuar con mayor detenimiento e implicación, no sólo los encuadres, enfoques y saberes de las disciplinas presentes en los diseños de los distintos profesorados, sino también la construcción de los nuevos documentos que rigen la vida académica del instituto: Reglamento orgánico institucional (ROI), Reglamento Académico Institucional (RAI), Reglamento de las prácticas entre otros.

Sin lugar a dudas, se trata de un avance inédito para el nivel superior de la formación docente, tal vez como muy pocos en nuestro país. Solo nos queda que se pongan en marcha estos procesos de cambio en los institutos para, no sólo consolidar la oferta formativa al interior del IPES, sino también adecuar las normativas federales que de manera descontextualizadas “bajan” del nivel federal.

En este sentido, varias resoluciones emanadas del Consejo Federal de Educación (CFE) relativas al Sistema de Formación docente a través Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD) deberán ser debatidas y consensuadas en el marco de las políticas de formación: provincial en primer lugar e institucional en segundo lugar. Nos estamos refiriendo a las resoluciones del CFE N° 476/24 (Diseños Curriculares Nacionales) , 483/24 (SIFIECA) y a la modificatoria de la 337/18 (Capacidades profesionales).

Y es aquí donde las voces del plantel docente IPES Paulo Freire, en sus funciones ampliadas, deberán poner en juego su compromiso e implicación a partir de una mirada crítica, para que la oferta educativa sea de calidad y las finalidades de formación en cada uno de los diseños se ajusten cada vez a las expectativas de egreso. Los equipos de gobierno, de gestión y de conducción tendrán la enorme responsabilidad de orientar y concretar estas transformaciones. Esto es el comienzo y resta mucho por hacer. En consonancia con los principios planteados en el Plan de Renovación Curricular Provincial 2025, acordamos también como instituto formador, con algunos de ellos en los que se explicita:

Los procesos de transformación no deben ser pensados "para" las instituciones y los diversos actores involucrados, sino "con" ellos, de manera de generar un compromiso por construir una alternativa común. (….) Una perspectiva integral de las políticas que se presentan, que permita superar cierta desarticulación que aún persiste entre la concepción y desarrollo del curriculum, las prácticas, la gestión de las instituciones formadoras y las escuelas (….) La recuperación de las capacidades instaladas, conocimientos acumulados y la memoria institucional como claves para potenciar los procesos de transformación curricular. (ANEXO I- NM N° 14/2025 , pág. 8)

Invitamos a toda la comunidad educativa de nuestro instituto (docentes, estudiantes, personal no docente y comunidad en general) a ser partícipes de estas transformaciones históricas que el sistema formador pondrá en marcha.