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De este modo entendemos que la dimensión lúdica impregna de

sentido los actos  de leer y de escribir en la escuela y es a partir de

recuperar el potencial de este encuentro  entre el juego y la palabra que

desde la formación docente proponemos estas instancias  de reflexión y

acción; de praxis al decir de Freire como “...reflexión y acción de los

 hombres sobre el mundo para transformarlo..” (Freire, 2011, p 9).

La estética lúdica de la palabra nos convoca entonces en esta

nueva semana  freireana concibiendo lo lúdico/literario como “praxis

colectiva que conforma  identidades y modos de ser y estar en el

mundo”. (Huera Sosa, 2021, p 7). 

 

La Semana Freireana constituye un evento educativo cultural que

forma parte de  la impronta institucional y que le otorga una nota de

identidad propia ya reconocida en el  ámbito comunitario. 

Cada año nos proponemos un lema que se corresponde con

alguna temática  vinculada a problemáticas de índole cultural/social que

inciden en el ámbito educativo y  que constituyen un desafío para

debatirlas con un sentido crítico a partir de conferencias,  paneles,

talleres, charlas, entre otras actividades académicas. Temáticas tales

como el  ambiente, la democracia, educación crítica, la enseñanza en los

nuevos escenarios  sociales que marcaron la agenda de discusión en

años anteriores fueron motivo de  interesantes debates y fuente de

reflexión para las prácticas educativas cotidianas. 

Esta nueva edición de semana freireana invita a poner en debate,

el valor del juego  y de la palabra en el acto educativo, dos dimensiones

fundamentales en la constitución de  subjetividades que resultan

necesarias volver a recuperarlas de manera articulada en los  procesos

de formación. 

Si pensamos en cada uno de los sujetos y sus primeras

experiencias con los objetos  y el mundo que lo rodea, hemos de

entender que esas primeras experiencias han sido  construidas desde lo

lúdico, considerando al mismo como una actividad natural, que luego  irá

tomando complejidad a partir de las experiencias que se establecen con

los otros  significativos y más específicamente con los docentes en el

marco de la enseñanza  escolar. 

 

Mientras también aparece el lenguaje que le da sentido a la

realidad, la palabra  ensaya, explora, transgrede, juega y prueba las

múltiples posibilidades que ésta le ofrece.

Como tal, el juego es un derecho de la infancia, razón por la cual

no podemos  desconocer que todo sujeto ha pasado en su vida por

alguna experiencia lúdica. Es aquí donde subyace la idea de que el

mismo se presenta como un terreno fértil para el “cultivo”  de los

procesos del desarrollo humano, atendiendo a las diferentes etapas de la

vida:  infancia, adolescencia, juventud y adultez. 

En palabras de Brailovsky “El derecho al juego pone al acto de

jugar en la  posición de un bien público que debe ser repartido,

garantizado, alojado por las  políticas. Pero el juego no puede repartirse

como alimento. Apenas si pueden impulsarse  condiciones favorables

para que suceda” 

Es responsabilidad de las instituciones formadoras recuperar la

discusión acerca  del sentido del juego como eje fundante en la

constitución de subjetividades. Tal como  planteaba Freire el juego se

presenta como este espacio de acción del niño sobre la  realidad; de la

comprensión y la acción en el mundo; un espacio de descubrimientos y 

aprendizaje (Freire & Guimarães, 1984). En palabras del propio Freire:

"Creo que una  de las mejores cosas que he hecho en mi vida, mejor que

los libros que escribí, fue no  dejar morir en mí al niño que no pude ser y

al niño que fui” (Freire, 2001, p. 101). 

También el educador brasileño nos advierte en toda su prolífica

obra filosófica pedagógica, de la importancia de la palabra como acto de

leer el mundo y decir el mundo.  

Nos dice Beatriz Greco “Los modos de estar entre sujetos no

pueden sino  traducirse en palabras, son ellas las que, diciéndose o no

diciéndose, arman los espacios  entre los sujetos. Las maneras de dirigir

esas palabras hacen que las situaciones se  signifiquen y los sujetos las

vivan, las respiren, se apropien de ellas, dialoguen, se  asuman

autorizados a hablar” 

Son las palabras o, es a través de las palabras, que damos

significado a nuestras  existencias. Palabras que entretejen vivencias,

sentidos que sólo adquieren sentido en la  conversación con otros.

¿Cuánto de la palabra viviente, genuina, sentida circula en la 

formación docente como lugar de habla? Sabemos que todo lugar

donde se habla no  constituye por se lugar de habla, entonces es

necesario habilitar en la formación inicial

LA  DEMOCRACIA” 

 

ese encuentro crucial donde se respire la palabra como vehículo de

entendimiento  humano, de construcción colectiva. 

 

Sin olvidar que nuestro oficio implica un trabajo de transmisión de

la cultura  socialmente válida para aquellos que ingresan a formarse, y

que es a través de la palabra  donde damos lugar a los “recién llegados”

en términos Arendtianos, cómo es posible allí  dar lugar a la palabra para

que el acto de educar se convierta en una “legalidad” siguiendo  las ideas

de la misma autora, y que no terminen convirtiéndose en explicaciones

que anula  la palabra de un otra/o. 

Juego y palabra se conjugan entonces para dar sentido a esta

nueva propuesta de  semana Freireana donde cada uno de los

participantes podrá vivenciar y ser protagonista  de genuinos

intercambios y debates, para volver a poner en valor estas dimensiones

de la  formación, en un contexto atiborrado de experiencia mediática y de

inteligencia artificial  que constituyen, según qué postura tomamos, un

impedimento o una oportunidad para  una habitar mejor el mundo.